Una elección en clave legislativa

Con niveles de aprobación social hacia el presidente de la República que promedian entre sesenta y setenta por ciento en la mayoría de las encuestas, con veintiún entidades federativas gobernadas por Morena e igual número de congresos locales con mayoría oficialista, con más de 7.5 billones de pesos destinados a la protección social de los sectores más desprotegidos, un crecimiento económico anual que ronda 3.8% y un peso que mantiene una de las mejores apreciaciones en su historia frente al dólar, parece muy complicado pensar que el movimiento liderado por López Obrador perderá la titularidad del Ejecutivo federal en los comicios del próximo año. 

En tales circunstancias, uno podría afirmar que el proceso iniciado el pasado 16 de junio para elegir, de entre seis figuras políticas de altísimo voltaje, al próximo Coordinador o Coordinadora de Defensa de la Cuarta Transformación puede interpretarse como la verdadera contienda electoral de la que emergerá la persona que, en última instancia, recibirá la banda presidencial el 01 de diciembre del próximo año y, junto a ella, la responsabilidad de gobernar sobre más de 126 millones de mexicanos y mexicanas.

Por un lado, esta situación nos compromete a conocer e involucrarnos en un proceso de selección que, con algo de suerte, dejarán entrever algunas de las principales coordenadas del programa de gobierno con que cada una de las denominadas corcholatas pretenda conducir las riendas del país y dar continuidad al proyecto de nación trazado por el tabasqueño. Sin embargo, también coloca sobre la mesa una importante pregunta que, aunque aparentemente obvia, entraña algunas preocupaciones torales para la defensa y profundización de la transformación inaugurada en 2018. A reserva de algún giro de timón inusitado, si la sucesión presidencial, parece estar garantizada, ¿Qué se disputa en las elecciones de 2024?

Para responder, me gustaría volver al 29 de agosto de 2018, día en el que 310 hombres y mujeres emanados de los signos partidistas de Morena, el PT y el PVEM tomaron protesta como diputadas y diputadas de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión, conformándose como la mayoría legislativa de izquierda más importante en la historia reciente de nuestro país. La dimensión de la ola de simpatías que arrastró consigo la campaña presidencial de López Obrador fue tan grande que, de pronto, Morena gozaba de una composición parlamentaria que le permitía dar trámite expedito a cualquier modificación de leyes secundarias, mientras que apenas requería de veintitrés votos adicionales para garantizar el cauce de una reforma constitucional. 

Sin embargo, a pesar de la demoledora mayoría en San Lázaro, los párvulos arrestos de quienes apenas comenzaban a descifrar la mística de su curul y la prudencia comprometida como requisito de sensatez al inicio de la administración prolongaron la presentación de reformas de gran calado mediante las cuales garantizar la terminación del régimen neoliberal, así como la consolidación de un Estado concentrado en el bienestar de la población. Si bien es cierto que fue posible avanzar reformas históricas en materia educativa, laboral y de derechos sociales durante este periodo, tres años más tarde, tras la sacudida que implicaron los comicios intermedios de 2021 y la pérdida subsecuente de escaños legislativos, la nueva composición de la Cámara de Diputados impidió concretar reformas cruciales para la transformación en el campo de la soberanía energética y el sistema político-electoral. 

Así pues, estos últimos cinco años han demostrado, lo mismo a la oposición conservadora que al partido en el poder, que el control del Poder Legislativo es clave tanto para obstaculizar la concreción del cualquier esfuerzos por abatir privilegios y romper con las inercias del viejo régimen, como para asegurar que éste nuevo proyecto de nación se materialice en instituciones, derechos, presupuestos y cadenas de valor que beneficien a la población y acorten las brechas de desigualdad que aún persisten en el país. Por esta razón, me parece que las campañas, coyunturas y planteamientos políticos que graviten en torno a los comicios del próximo año deberán analizarse casi siempre como rasgos de una estrategia mediante la que los partidos políticos buscarán posicionarse frente a la ciudadanía como alternativas atractivas de representación parlamentaria. 

Posdata: En un escenario como el que se ha descrito, en donde la configuración del Poder Legislativo tendrá un papel decisivo para la continuidad de la transformación, la postulación de candidatos y candidatas que cuenten con respaldo social real y honorabilidad intachable es clave. Por ello, mis deseos permanecerán en que Morena corrija errores del pasado y elija a compañeros y compañeras que representen cabalmente los ideales y preceptos del humanismo mexicano. Que así sea.

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