Juventudes en campaña
De izquierda a derecha, a todo lo largo del espectro político, observamos como las y los aspirantes a la presidencia de la república despliegan esfuerzos para establecer una narrativa que cautive al electorado, mostrar el grosor de su músculo electoral y convencer a la población de que constituyen opciones viables para gobernar en los años por venir. Para cumplir este propósito el arsenal ha sido muy variado, desde asambleas en plazas públicas abarrotadas hasta foros en pomposos recintos, pasando por conferencias de prensa, jornadas de brigadeo, pinta de bardas, presentaciones de libros y jocosos contenidos en TikTok.
De entre este mosaico de estrategias empleadas en la contienda electoral, pienso que vale la pena centrar la atención en un mes como éste, dedicado a reconocer los avances y deudas irresueltas para el bienestar, inclusión y pleno ejercicio de derechos de las y los jóvenes, precisamente en el rol que las juventudes están teniendo en el desarrollo de las campañas y la configuración de cada una de las plataformas políticas enfrentadas de cara al proceso de sucesión presidencial y en donde, en muchos sentidos, se observan los mismos prejuicios y anacronismos que han marcado históricamente la relación del mundo adulto con este sector de la población, sin distingo de fracción, partido o ideología.
Para comenzar, es importante identificar los espacios de organización y activismo vinculados a cada perfil político en donde las juventudes tienen un papel preponderante. Así, en el caso de Claudia Sheinbaum, se encuentra la agrupación “JovenEsClaudia”, mientras que en el caso de Marcelo Ebrard, existe el grupo “Jóvenes con Marcelo”. Por su parte, Ricardo Monreal es apoyado por el grupo “Juventud Real”, mientras que Adán Augusto goza del respaldo de la iniciativa “Movimiento pa’ seguir Agusto”. Finalmente, en el caso de Xóchitl Gálvez se identifica la organización “Xóvenes con Xóchitl”.
Basta analizar el nombre de estos brazos organizativos para reconocer una de sus primeras limitantes. Para ello, debemos resaltar cuan poco común es que las personas jóvenes se agrupen, interactúen, organicen y se movilicen en función de su condición de persona joven. En realidad, las y los jóvenes desarrollan espacios de encuentro, diálogo y acción a partir de variables como su función social (estudiantes, profesionistas, trabajadores), su simpatía con causas sociales (feminismos, ambientalismos), su origen e identidad territorial (el barrio, la localidad,), su orientación sexual y de género, así como por intereses comunes y consumos compartidos (deportes, videojuegos, música). ¿Por qué entonces tanto partidos como candidatas y candidatos siguen utilizando la condición joven como principal argamasa para articular juventudes? ¿No valdría la pena explorar otras alternativas?
Ahora bien, estos grupos se han dedicado primordialmente a promover los perfiles a través de actividades en territorio y en redes sociales que, si bien buscan desmarcarse del resto de la estrategia de comunicación a través de la “frescura y creatividad” asociada tradicionalmente a las juventudes, no se apartan de las directrices establecidas desde las oficinas centrales. En ello, cumplen funciones importantes en la logística y promoción de los eventos, divulgando la convocatoria durante los días previos y apoyando el traslado de simpatizantes cuando se requiere. No obstante, en ningún caso se identifica que estén asumiendo un rol importante en la planeación del programa de gobierno.
Lo anterior plantea un segundo desafío, pues con excepción del protagonismo que han adquirido algunos de sus referentes más destacados, aún no se observa entre las precandidaturas la forma en la que las juventudes, como colectivo, podrán sumar su imaginación, capacidades y preocupaciones a la definición de una proyecto de nación. Por lo anterior, es vital desarrollar plataformas de colaboración e incidencia que permitan a las juventudes organizadas transitar de servir como un brazo de apoyo valioso por su cuantía y disponibilidad, a una fuente indispensable de talentos, saberes y propuestas capaces de enriquecer un proyecto político y encabezar sus más importantes frentes.
Posdata. Ojalá que en los meses por venir veamos que las y los aspirantes sumen a más jóvenes a sus equipos de trabajo, tanto como alfiles organizativos, como responsables de la formulación de su programa de gobierno. Pero habría que ir más allá. Se necesitan disponer más y mejores esfuerzos para comprender las especificidades de la organización y movilización juvenil para así evitar seguir sometiéndola a los moldes del mundo adulto, restando importancia a sus prácticas y coordenadas. Para ello, es vital que la interlocución con las y los jóvenes trascienda su condición etaria, rompa con toda inercia adultocéntrica y comience a hablar en el idioma de sus pasiones y esperanzas.
Comentarios
Publicar un comentario